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Cómo controlar el desempeño de los trabajadores y mejorar la productividad

Cómo controlar el desempeño de los trabajadores y mejorar la productividad

Si quieres que tu negocio vaya como avión, necesitas un equipo que lo dé todo, ¿cierto? Pero ojo, no basta con tener gente experimentada, también hay que saber guiarlos y mantenerlos con la energía arriba.

La clave está en medir bien su rendimiento. Si lo haces como se debe, no sólo vas a aprovechar mejor sus talentos, sino que también les vas a dar una mano para que mejoren en lo que haga falta.

Al final, todos ganan: tu equipo se vuelve más profesional y tu negocio crece como la espuma.

Así que en este artículo te vamos a mostrar algunas maneras fáciles de llevar el control del desempeño de los trabajadores y hacer que tu empresa suba de nivel. ¿Empezamos?

¿Qué implica controlar el desempeño de los trabajadores?

Controlar el rendimiento de los empleados no es simplemente dar órdenes y esperar que todo se solucione sólo. Es más bien encontrar ese punto medio entre guiarlos y dejarles hacer su trabajo a su manera.

Lo que hay que hacer es ver cómo están llevando a cabo las tareas, en qué pueden mejorar y, lo más importante, ayudarles a crecer en su puesto.

Y sí, cuando las empresas se enfocan en esto, consiguen que todo funcione mejor, pero es que también se aseguran de que se cumplan los objetivos sin demasiados líos.

Si sabes cómo van tus empleados, te das cuenta enseguida de lo que está funcionando y lo que no.

Así, puedes adelantarte a cualquier problema antes de que se haga un lío enorme. Al final, no se trata sólo de que hagan su trabajo, sino de que se sientan motivados y valorados. Porque ser productivo no es nada más cuestión de números, sino de crear un ambiente donde todos den lo mejor de sí.

Principales indicadores de desempeño laboral

Cuando hablamos de medir el rendimiento de los empleados, la clave siempre está en tener los indicadores correctos para saber realmente cómo están trabajando.

A estos los conocemos como KPIs (es decir, Indicadores Clave de Desempeño). En esencia, son herramientas que te ayudan a ver cómo va el equipo de forma clara. Estos indicadores te muestran la productividad, sí. Pero también qué cosas necesitan mejorar y qué logros han conseguido.

Verás, uno de los KPIs más importantes es la productividad. Por lo menos, ver cuántas tareas hace un trabajador en un tiempo te da una idea de lo eficiente que es. Sin embargo, a la vez hay que fijarse en los plazos de entrega… Ya que, si alguien siempre entrega sus proyectos a tiempo, es señal de que se organiza bien y tiene disciplina.

Pero ojo, la calidad también es superimportante. Aquí no es sólo cuestión de hacerlo rápido, pero sí de hacerlo bien.

Otras métricas interesantes son la satisfacción del cliente, que te muestra cómo el trabajo de los empleados afecta a la experiencia del cliente. También el ausentismo laboral, que puede señalar problemas de motivación o bienestar en el equipo. Y, por último, el trabajo en equipo: a veces lo que logra el grupo es igual de importante que lo que hace cada uno por separado.

5 estrategias para controlar el desempeño de los trabajadores

Tener un equipo que rinda bien y esté motivado no va sólo de contratar a los mejores, también hay que saber cómo evaluar y mejorar su rendimiento. Por eso, aquí hay cinco trucos sencillos para supervisar el trabajo sin que nadie se sienta vigilado y, de paso, mejorar los resultados.

1. Evaluaciones periódicas

Las evaluaciones no deberían ser sólo un trámite, sino una oportunidad real para ver cómo va el equipo y en qué se puede mejorar. Para que sirvan de algo, hay que tener criterios claros, medir con datos y, sobre todo, dejar espacio para hablar las cosas sin rodeos.

Un buen truco es combinar las evaluaciones con autoevaluaciones, así cada uno también piensa en su propio rendimiento. Y ojo con la frecuencia: si las haces demasiado seguidas, la gente se agobia; si las dejas demasiado tiempo, pierden sentido. Hay que encontrar el punto justo.

2. Establecimiento de metas claras y alcanzables

Si no hay un rumbo fijo, el trabajo se vuelve un caos. Por eso, hay que marcar objetivos concretos, que se puedan medir y, sobre todo, que sean alcanzables. Y es así como cada persona sabe qué es lo que se espera de ella y evita perderse por el camino.

Las metas también tienen que estar en sintonía con lo que busca la empresa, pero sin dejar de motivar al equipo.

Un buen truco es usar el método SMART (específico, medible, alcanzable, relevante y con un plazo definido), que hace que todo sea más fácil de seguir y cumplir sin volverse loco.

3. Feedback continuo

Si sólo das feedback en las evaluaciones anuales, vas tarde. Hay que hablar las cosas en el día a día. Un buen jefe sabe cómo decir lo que hay que mejorar sin que la gente se desmotive.

El truco está en equilibrar las críticas con los elogios. No es sólo señalar errores, también hay que reconocer el curro bien hecho. Un simple "te has marcado un proyectazo" puede hacer que alguien trabaje con más ganas.

Al final, el feedback constante refuerza la confianza y el compromiso del equipo.

4. Capacitación y desarrollo profesional

Un equipo que sabe lo que hace rinde mucho mejor. Apostar por la formación no sólo mejora las habilidades de cada uno, sino que también hace que la empresa crezca.

Ofrecer talleres, cursos y oportunidades de aprendizaje mantiene a la gente al día y con ganas de mejorar. Además, si la empresa fomenta una cultura donde aprender y evolucionar sea lo normal, el equipo estará mucho más motivado y preparado para cualquier reto.

5. Herramientas tecnológicas para el seguimiento del rendimiento

Hoy en día, la tecnología hace que seguir el rendimiento sea pan comido. Hay mil plataformas que te dejan hacer un seguimiento de las tareas, ver si la productividad va bien y tener todos los datos al instante.

Herramientas como Trello, Asana o Monday.com te ayudan a tener todo el trabajo a la vista, y programas como BambooHR o SAP SuccessFactors te permiten llevar un control más organizado del rendimiento. Usar estas herramientas no sólo mejora la gestión, sino que también hace que todo sea más claro y facilita tomar decisiones.

Cómo evitar los errores comunes al controlar el desempeño

Llevar el control del rendimiento de los empleados (en remoto o presencial) es clave para que la productividad suba, pero si no se hace bien, puede terminar saboteando la motivación y el ambiente de trabajo.

Muchas empresas meten la pata y, en vez de ayudar, lo que consiguen es estrés y desconfianza en el equipo.

Para que no te pase a ti, te contamos cómo evitar los errores más comunes.

Evitar el micromanagement

Uno de los mayores errores al supervisar el rendimiento es caer en el micromanagement, o sea, estar encima de cada tarea y controlarlo todo al detalle. Esto no sólo para la autonomía de los empleados, sino que también puede hacer que se sientan presionados y menos implicados en su trabajo.

En vez de revisar cada paso que dan, lo mejor es poner objetivos claros y confiar en que saben lo que hacen.

Delegar responsabilidades y darles espacio para tomar decisiones fomenta la creatividad y la eficiencia. Además, así los líderes pueden centrarse en cosas más importantes en vez de estar supervisando cada movida.

No depender exclusivamente de las métricas cuantitativas

Las cifras y los indicadores de rendimiento están bien para medir el desempeño, pero no lo son todo. Si te enfocas sólo en los números, puedes acabar viendo sólo una parte de la productividad y dejar de lado cosas importantes como la calidad del trabajo, el trabajo en equipo o lo satisfechos que están los clientes.

Para hacer una evaluación más completa, lo mejor es combinar los datos numéricos con valoraciones más personales. Las reuniones de seguimiento, el feedback de compañeros o clientes, y las autoevaluaciones de los empleados son clave para tener una visión más equilibrada.

Cómo mantener el control sin afectar la moral del empleado

Supervisar el trabajo no debería ser un motivo de estrés para nadie. Si los empleados sienten que les están controlando en vez de ayudarles a mejorar, la motivación desaparece.

Para evitarlo, hay que dejar claro para qué sirven las evaluaciones y cómo les pueden ayudar a crecer en su carrera.

Hablar las cosas de forma abierta y sin rodeos hace que todo se vea como un apoyo, no como un "Gran Hermano" vigilando. Y, por supuesto, reconocer el esfuerzo y dar feedback útil (en vez de sólo señalar errores) hace que la gente trabaje con más ganas y se sienta parte del equipo.

Conclusión

Llevar un buen control del rendimiento del equipo es clave para que todo funcione sin bajarle el ánimo a nadie. Lo importante es hacer evaluaciones cada cierto tiempo, marcar objetivos claros, dar feedback constante y usar herramientas que faciliten el trabajo.

En este sentido, Kickidler puede ser un buen aliado, porque te deja ver cómo va el equipo sin estar encima de cada uno todo el rato. Así optimizas los procesos sin agobiar a nadie y consigues un ambiente de trabajo más cómodo y productivo.

FAQ

¿Cada cuánto tiempo debo realizar evaluaciones del desempeño?

Lo ideal es hacerlas cada tres o seis meses, pero tampoco hace falta esperar tanto para dar feedback. Si vas comentando las cosas en el día a día, todo fluye mejor y evitas sorpresas.

¿Qué herramientas tecnológicas pueden ayudar a controlar el desempeño?

Hay un montón de opciones: Kickidler, Trello, Asana o Monday te ayudan a organizar el trabajo, y si buscas algo más específico para evaluar el rendimiento, BambooHR o 15Five pueden ser buena opción.

¿Cómo puedo evitar que los empleados se sientan invadidos por el control de su desempeño?

Fácil: habla con ellos, explícales bien qué estás midiendo y, sobre todo, enfoca todo en mejorar, no en controlar. Si ven que el objetivo es ayudarles a crecer y no pillarlos en falta, lo llevarán mucho mejor.
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Alicia Rubens

Como entusiasta de la tecnología y escritora sénior en Kickidler, me especializo en crear contenido perspicaz que ayuda a las empresas a optimizar la gestión de su fuerza laboral.

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